La fuerza que viene de lo alto...


La fuerza que viene de lo alto y el fuego que arde en nuestros corazones.
De alguna forma hay un doble equilibrio entre lo ajeno y lo propio.
Dentro de mí está el deseo ilimitado de belleza y bondad, de alegría y de una mirada limpia que trascienda la apariencia. El deseo de un pan que se parta y reparta hasta la hartura de toda hambra.... Está el deseo de hablar tantas lenguas cuantas miserias se lloran en los lechos o en los atrios de las puertas, para que ningún llanto quede desoído.
Pero este deseo interno se choca con el límite propio y no ajeno, el límite de mi cansancio y mi burguesía, y de una sociedad establecida y fija, y firme y feroz con quien desea sus cambios. Y sobre todo cómoda y adecuada a mí, y agradable y no muy extraña.
Así que miro el cielo y clamo, y ruego, y sueño que otro tendrá la fuerza que me falta, la lengua que desconozco, la sabiduría que anhelo, el temor de desperdiciar mi vida y de dejar volar el más pequeño de los minutos vivibles. Y sueño que de lo más alto descienda la fuerza.
Pero el sueño ingenuo es apartado por el corazón burgués que me recuerda que tiempo atrás un hombre tentó robar esa fuerza y ese fuego de los dioses, huir de la esclavitud que suponía depender de ellos para el calor y el hogar.... y la leyenda recuerda a los niños desde entonces que la desgracia que empapa cada gesto de nuestra historia es consecuencia de ese sueño de protagonismo.
Así que "el fuego" de lo alto no pertenece al hombre, no le hace bien.... no al hombre libre.
Pero en la fiesta de Pentecostés se lee que un Dios que vino y marchó mandó su fuego, su Espíritu, su fuerza, sin que el hombre tuviera que subir al cielo a robarlo.... lo regaló, lo donó.
Y el don del Espíritu es el don de tener hinchados los pulmones con un viento recio que descuaja si acaso los cedros del líbano, que resuena en las puertas cerradas y en las ventanas timoratas y las desquicia. Es el fuego que arde en los huesos y no necesita doblarse ni arrastrarse para recoger migajas, pues puede levantarse bien alto y tomar de la mesa el pan de los hijos.
El Dios que vino y se fue, dejo el mismo fuego de los Dioses..... el mismo Espíritu del Hijo de Dios, para que hiciéramos con él la tierra que Dios soñó cuando aún no lloraba por las noches.
Pero los corazones burgueses se olvidaron de ello, temieron que el fuego del Espíritu quemara demasiadas historias y listas de la compra antiguas y repetidas. Temieron que el auténtico temor les hiciera abandonar las alforjas y coger el primer sendero hacia poniente.
Y olvidaron la historia, y recordaron a Pandora y a Prometeo, y afirmaron que el Fuego es sólo de los Dioses y de los irreverentes, de los ateos y los impíos, de los que merecen la hoguera, la horca la Cruz.
Y así el viento del Espiritú aleteó una vez más sobre las aguas.... como la primera mañana, como cada mañana que no es sino otra vez la primera. Y buscó y busca y está buscando barro suficientemente maleable y moldeable para abrazarlo y hacerlo respirar.
por eso mi barro, el de mis manos y mis abrazos, el de mi pecho, corazón y víscera, se hincha en tu Espíritu, Señor del Universo.... y Respiro, como tú y contigo, Respiro. Burgues y niño, aún respiro.
Vieni Sancte Spiritus!

Yo estaba allí

Estoy bastante decidio a darme una vuelta de vez en cuando por este mi blog... un viejo proyecto que no acaba de atrapar mi corazón o mi tiempo.


Hoy, con la gentil donación de las ondas de un vecino, pongo por escrito y rindo tributo al pasado, un pasado no muy lejano o quizás tanto.


Corría el año 2005, una fría tarde de abril, jueves después de Pascua si no me falla la memoria... y entonces, a eso de las 9 y media de la noche.... ocurrió esto:



Por si no tienes internet.... o tu jefe no te deja oír los videos de youtube, era el sustituto de la Secretaría de Estado Vaticano informando que "Juan Pablo II "ha regresado a la casa del Padre"... un bellísima expresión para indicar un tránsito que desde la fe se comprende más como regresar que como marcharse. Es cruzar el umbral de la puerta más que caer en un tenebroso abismo.


¿Y como había empezado todo?



Había sido mucho tiempo antes, en 1978... un relativamente joven cardenal asumía la responsabilidad de ser el pastor de la Hermana Mayor de las comunidades cristianas, la comunidad de Roma, la de Pedro y Pablo. Y lo hacía en un delicado momento histórico, con una Iglesia que todavía trataba de hacer concreto el aire fresco con que el Espíritu Santo habia llenado los corazones de todos los cristianos en el evento del Concilio Vaticano II.


Era una Iglesia que al librarse de sus estereotipos medievales percibía el temor y la angustia de quien debe caminar sin muletas; al haberse desprendido de muchas lecturas inexastas del rostro de Dios y del hombre se encontraba con el miedo y el desasosiego de quien no sabe; un Iglesia que abandonó viejos modos de hacer, obsoletos métodos, y que se encontró con la inquietud y la inseguridad de quien traza sendas aún no pisadas.


Pero era también una Iglesia que en algunas voces - pocas, pero ruidosas- reclamaba un compromiso de mínimos, unas renuncias estratégicas para que la radicalidad del evangelio del Nazareno fuera aceptable al hombre moderno que escuchaba a los Beatles y desplegaba su poder conquistando la luna. Un hombre que se estaba dividiendo el mundo de este a oeste entre azules y rojos y de norte a sur entre hambrientos y saciados. Por eso la algunos de los Hermanos de esta gran familia de los seguidores de Jesús, se sintieron desbordados por la humanidad del hombre a quien Cristo había venido a redimir y, desilusionados por la tardanza del Reino, propusieron adelantar plazos con el mismo criterio y métodos con que algo más de medio siglo antes se había querido adelantar el final de las diferencias de clases.


En este mundo que temía ser destruido por la mano del hombre, el mismo hombre a quien Dios le había encomendado cuidar del mundo y en esta Iglesia que no encontraba modo de equilibrar su diálogo con el mundo y su fidelidad al evangelio, en este momento de incertidumbre, de temor, de desasosiego, surgió un hombre venido de una tierra lejana.... al menos lejana para lo que solía ser la patria chica de un Papa.


El Papa Polaco había antes sido el joven universitario polaco y el joven sacerdote que anunciaba un mensaje que le podía costar la cárcel o la vida. Conocía la debilidad del corazón humano y había aprendido a amar a quienes son capaces de levantar lugares de muerte como Auswitch porque también eran capaces de sembrarlos con sangre como la de Kolbe o Teresa Benedicta. Sabía que el espíritu humano está hecho de la misma imagen y la misma semejanza que Dios a pesar de que olvide frecuentemente su origen divino. Había comprobado que, por falta de guía, el deseo humano de bondad,belleza y perfección terminaba creando lugares infernales en la tierra.


Por eso, él que sabía lo que era temer por la vida propia y la vida de los suyos, comenzó su pontificado con una consigna bien sencilla: "No tengáis miedo, abrid, mejor, descerrajad las puertas a Cristo"... y el miedo desaparecerá de vuestros corazones.


Su primer discurso


La historia de los siguientes años sucesivos fue un continuo repetir este discuros, reanunciar un único evangelio, el de Jesucristo, acompañando a la Iglesia en su búsqueda del Reino de Dios aquí en la tierra. Una cosas fueron de un modo y otras de otro, pero las palabras del Papa, su presencia, su sonrisa y su coraje apoyaron a sus Hermanos en los lugares más distantes del globo. Allí donde la humanidad está y sufre, allí se posó la mirada y el abrazo del Papa, a quien recordamos por su veneracion besando cada lugar de la tierra, porque cada tierra es sagrada por los hombres y las mujeres que en ella habitan.


Y por eso, esa noche de abril de 2005, mucha humanidad se sintió huérfana. Los días siguientes millones de hombres y mujeres se pusieron en camino para rendir último homenaje al hombre que les ayudó a enocntrar en Cristo una luz y una senda para su vida. Aquel que había devuelto la fe en el ser humano, la esperanza en el Reino presente, la caridad que abrasa en el corazón de cada hombre.


Y de entre esos centenares de miles, uno era yo. Además de uno privilegiado, uno que vivía allí, vecino de Plaza. La historia pasó por delante de mi ventana. Y me trajo días de tesimonios de una fe que se manifiesta de modos variados y no siempre ortodoxos. Fueron días y noches de acompañar en la Plaza central del cristianismo católico el dolor y el agradcimiento, el cansancio de las horas y horas de espera con la satisfacción de los segundos de oración ante el cadaver ya sin vida de quien reconcilió a muchos con su propia vida. Fueron también días de reonciliar los corazones con Dios, días en que las manos y las palabras de los sacerdotes devolvían a unos y otros la comunión con su identidad de hijos amados del Padre Dios.


Fueron días de auténtica presencia eclesial, de comunión. Y en esos días, yo estaba allí. Aquella noche de abril, yo estaba en la Plaza rezando, como los días anteriores, como los días que siguieron. Yo escuché ese anunco y encomendé a Dios su viaje. Yo pedí, algún día, poder también cruzar con tanta serenidad y con algún que otro amigo, el umbral de la última esperanza.


Te dejo otro par de videos, más nostálgicos....



Volver desde el corazón

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Tengo hambre, sí, será porque está terminando el día de ayuno, porque termina de empezar el tiempo de la Cuaresma, un tiempo especial, breve -sólo 40 días- y al mismo tiempo en ocasiones demasiado largo.


Y comienzo este tiempo poniendo al día este blog y saldando ciertas deudas. "Escribe".. pues eso hago.


Y lo hago para comentar una Palabra que escuchaba en la eucaristía de hoy "Convertíos a mí con todo el corazón... con ayuno, con llanto, con duelo".


¿Qué es lo que tenemos por delante estos días? ¿Es un tiempo de lamentar el mal del mundo y el mal que yo mismo causo? ¿Es un tiempo para "convencer" a Dios de que todavía merece la pena intentar salvar mi alma y el alma de mi mungo? Porque en ocasiones pensamos que los sacrificios y los ayunos tienen esta función: pagar a Dios sus "servicios"


Convertirse...¿significa ser otra cosa? Pues a mi edad estoy para poco cambio.


El texto de Joel (2,12) dice más bien "Volved a mí" "en el corazón o con el corazón"... Volver... o más bien "tornar" que es lo que se hace cuando se ha extraviado el camino, cuando se corrige la rua para regresar a casa.


Y volver con el corazón, porque ese músculo acaba siendo nuestra más poderosa fuerza de gravedad, la que nos arrastra hacia las cosas que queremos y, a veces, nos empuja hacia las cosas que simplemente deseamos, perdiéndonos lejos de las cosas que queremos.


Estos días especiales son los días de volver, y de volver con el corazón.

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De Cínicos y Soñadores

Tal vez no sea el mejor tema para recuperar por cuarta vez la forzada vocación de bloguero, pero me apetece desperdigar a los cuatro vientos del mar de internet esto que cada vez se convierte más en una certeza. Vivo y crezco a medio camino entre el cinismo y la ensoñación.

Que la vida es perra es una constatación de hecho que se obtiene con el sencillo ejercicio de abrir los ojos y dejarlos abiertos un rato mientras te fijas en lo que ocurre alrededor. Me dispenso de enumerar dramas y más dramas, fracasos en batallas, en proyectos, en decisiones que a la larga se manifestaron erradas.

Pero que la vida es una potencia creativa es un hecho igualmente evidente, aunque no basta simplemente con abrir los ojos, es necesario fijarse con atención para ver la superación cotidiana de madres y padres por ser mejores padres y madres cada día, la cima que se escala cada mañana al tratar de dominar algo más nuestros trabajos y, especialmente, nuestro modo de trabajar y vivir con los que trabajamos; se nota especialmente en las barreras que se doblegan -y se hace cada día- entre razas, entre edades, entre mentalidades, gracias a que mujeres y hombres como tú y como yo superan sus prejuicios y los de sus conciudadanos para poner un ladrillo de algo que de vez en cuando todos soñamos.... sí, también I had a Dream.... como Luther King.

Así que la vida es el barro en el que plasmar nuestros sueños, pero al mismo tiempo es un barro, y por tanto las más hábiles manos de nuestro entorno, guiadas por las más sagaces cabezas pensantes no lograrán más que dar forma el barro. Y aquí aparecen mis amigos los cínicos, los desencantados, los profetas del imposible y el irreal.

Tras pocos o muchos fracasos tantos y tantos soñadores se vuelven cínicos y se conforman con el barro informe, porque al fin y a la postre, por mucho modelo que se de, el barro es eso, siempre barro. Y es la apabullante lógica del cínico la que devora ensoñaciones y recluta continuamente nuevos adeptos a la causa del nada sirve y del tirarlo todo por la borda, la horda de lamentos y críticas que alimentan una insaciable sed de felicidad insatisfecha, de negrura en el alma, de ilusiones controladas.... porque sólo quien es práctico asume que la vida es lo que es y da lo que da.

¡Y así es! Es lo que es, hay lo que hay.... pero en lugar de ser menos de lo que desearía.... ¡es tantísimo!. Barro hecho forma, a fin de cuentas tierra y agua.... pero moldeada y de alguna forma imbuida de un espíritu que ha salido del sudor y del aliento jadeante de quien lo ha moldeado.

Mi vida no es un sueño maravilloso, es sólo barro, pero barro maravilloso, barro entarñable que dar forma, forma de sueño en su debil terruño, forma de deseo y al mismo tiempo parte del deseo inalcanzable que aquí alcanzo, mezclado entre mis dedos, incrustado entre mis uñas... Barro, sí, pero el barro con el que también se puede aprender a vivir sueños.

Y así, el improbable e imposible, en barro, se hacen visible, posible, probable.... amable

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Y si nada importa, y si da lo mismo

Si nada importa, ocho que ochenta, el blanco o el azul
dormir, reír, temblar, pronunciar un nombre
Si da lo mismo ser que aparentar, volver que marchar
ser fiel o distinto, mezquino, noble, siempre el mismo.

Si es igual que me leas o te sonría, la cena al mediodía
que te nombren o te griten o que sepan si o no existes,
agotarse, desgastarse, buscar un amigo,
quedarse en casa, descansar, dormir.

Si todo es lo mismo, haced lo sencillo.

Pero ¿y si todo cuenta, si nada es baldío?
correr, comer, cocer, coger aire,
Si sonreír le da fuerza al sol y miedo al frío,
si mi canción devuelve el coraje a alguien.

Acariciar da vida, perseverar cultiva,
respirar por alguien te alivia
y sangrar por él te resucita.

Si no hay sindios que sin ti remedie algo
Si nada da igual, remedia este mundo

De cómo se las apañó Dios para crear el mundo...

Deja que te cuente una antiquísima leyenda judía.
Cuentan que antes de que se forjaran los cielos, los cimientos de la tierra.... antes incluso de que Dios separase la luz de la tiniebla, al principio de todo, Dios había pensado en ti y en mí, y por eso, cuando se puso a construir el universo, tuvo que repetirlo muchas veces, hasta que le quedó uno que él consideró suficientemente bueno para que tú y yo viviéramos en él.

Cuéntan que cuando por fin quedó satisfecho con cómo hacerlo, decidió encomendárselo al gobierno de la sabia justicia divina, de forma que cada cosa fuera lo que debía ser y no otra. La Justicia debía velar para que el sapo cantase a su hora y la Osa Menor nunca se separase del norte; vigilaba que los ríos murieran generosamente en el mar y que los granos de trigo muertos multiplicasen su fruto por treinta, por sesenta o por ciento.

Por eso mismo, la Justicia pidió a Dios permiso para arrancarse los ojos, para no ser más dura con el apestoso fango y más indulgente con las praderas; para evitar tratar con suavidad a las puestas de sol y a las granizadas condenarlas sin escuchar.

Por eso la Justicia quedó ciega, y Dios se puso a buscar un compañero que pudiera guiar a la ciega Justicia. Muchos compitieron, la Precisión y la Aritmética aventajaban a la Guasa y al Valor. La Fortaleza se las veía muy felices, como siempre, mientras que la Humildad ni tan siquiera se acercó a intentar ocupar el puesto.... La Nostalgia, la Confianza, la Envidia, la Moralidad... dicen que hasta la Venganza, que pasaba por allí, probó suerte.

Pero por delante de todas, por su envergadura y su seguridad, se impuso la Severidad. Alta, firme, inmutable... ella era sin duda la compañera perfecta para la Justicia.

Y de este modo, fueron enviadas al mundo nuevo que había creado Dios. La Severidad veía las cosas y la Justicia actuaba en consecuencia. Y el mundo fue condenado, una vez, y otra, y otra.... tantas que tendríamos que inventar nuevos números para contarlo. Cada vez que una flor tenía uno de sus pétalos más pequeño o más grande, o que un cordero dejaba algo de lana enganchado en una zarza, la Severidad mostraba la imperfección a la Justicia. Y así, cada noche, el mundo era condenado, porque siempre había algún trozo de tierra donde no llegaba la lluvia, o una brizna de hierba quemada por el sol, o un gusano que no había conseguido terminar la crisálida a tiempo. Y con los hombres la cosa se ponía aún peor. Cada día había engaños y mentiras, dudas, cobardías; ni tan solo uno de los hijos de los hombres conseguía pasar por justo ante la atenta mirada de Severidad.

Y así, noche tras noche, Dios tenía que destruir el mundo, ante el juicio de Severidad y Justicia. Y cada mañana creaba uno nuevo, que debía destruir a la noche siguiente porque no era considerado digno de Dios.... Y esto, a Dios, le ponía muy muy triste.

Pero una tarde, algo después de la hora en que los humanos reposan tras el almuerzo, Dios paseaba por Edén, entristecido porque sabía que pronto sería condenado por Justicia y Severidad. Y la mirada perdida de Dios se fijó en alguien que le observaba de cerca, oculto entre los arbustos. Era Compasión, que cada tarde bajaba también al jardín, para abrazar las flores y la hierba, el sol y el viento, consciente de que no verían la mañana siguiente.

Y Dios vio que el Jardín y sus animales, y sus plantas, y su cielo y su mar, eran buenos para Compasión. Incluso el hombre y la mujer, y sus crímenes, eran algo que Compasión abrazaba.
Y despidiendo a Severidad, puso la Justicia al cargo de la Compasión.
Y aquel mundo no se condenó sino que sigue hasta el día de hoy y probablemente el de mañana y la próxima semana.
Y Dios se dejó guiar por Compasión.... y vio Dios que todo era bueno.

Y uno más.....


Hoy tenemos uno más en los altares, vamos, un beato que ha sido oficialmente reconocido.

¿Y eso qué tendrá que ver con cada uno de nosotros?
Si lo importante de la santidad es que te hagan el cuadro y el altar, o poder "negociar" los favores y vivir del cuento, quizás nada.

Pero hoy se nos presenta la vida de alguien muy muy cercano. Hace muy pocos años que murió. Vivió en una sociedad muy parecida a la nuestra, con los mismos problemas y con la misma desproporción entre quien tiene y quien carece.

Percibió la misma compasión que nosotros por los necesitados que encontramos en nuestro día a día....pero la diferencia es que él dejó que esa compasión le llevase a la acción. No hizo grandes cosas....hay quien recuerda que en días de mucho frío dejaba el calor del convento para fijarse si había alguien en la calle que necesitaba abrigo. Se preocupó de convencer a miles de buenas mujeres para que cosieran alguna prenda de ropa para vestir a los niños que morían en las calles. Animó a algunos jóvenes a perder su tiempo educando a niños a los que les ofrecía un futuro mejor que el crimen en las calles.

Amigo, padre, hermano, religioso y hombre de Dios.... y en el fondo prácticamente ha vivido en la sociedad en la que yo vivo. Será que la santidad no es cosa del medioevo ni de lejanos países, ni de leyendas ni de grandes relatos. Es de aquí, de ahora, de lo pequeño.... pues sólo en lo pequeño se encuentra lo eterno.

Había que empezar

Por algún lado hay que empezar el cuadro, y suele ser por un borrador, por un bosquejo. Esto es lo que empieza hoy aquí y ahora. Un resumen de los bosquejos de la vida que soy capaz de reconocer